La adaptación al auge de las videoconferencias
El contexto actual de la pandemia de COVID-19 ha acelerado exponencialmente la adopción del teletrabajo y de las comunicaciones unificadas. Como consecuencia, los CIO tuvieron que replantearse con toda urgencia los métodos de trabajo utilizados. Tras los primeros comunicados del gobierno, tuvieron que configurar plataformas seguras, en muchos casos sin contar con la ayuda de sus socios e integradores, porque no estaban disponibles. En lo más recio de la pandemia, los CIO centraron sus esfuerzos en el acceso a los sistemas de información, apostando por soluciones de comunicación unificadas. Muchos empleados tuvieron que arreglárselas, de la noche a la mañana, con los mismos dispositivos que tenían a mano antes de la crisis. Al hacer un uso intensivo y diario de las herramientas de videoconferencia, se dieron cuenta rápidamente de que la calidad y la comodidad tenían carencias o eran insuficientes.
Aunque fueron receptivos a los problemas de hardware planteados por los usuarios, desgraciadamente los CIO no pudieron resolverlos de inmediato porque estaban demasiado ocupados en configurar una nueva infraestructura y garantizar el acceso a la red.
“¿Qué tienen en común un coche y una solución de videoconferencia? Que ambos deben elegirse en función del uso que se les vaya a dar. Por ejemplo, un pequeño coche urbano es muy práctico cuando haces trayectos cortos o no conduces largas distancias. Si tienes que hacer un trayecto de ida y vuelta entre París y Marsella una vez al mes, tampoco es para tanto. Pero imagina que tienes que conducir 1.600 kilómetros todos los días de la semana… Esta es la situación en la que se encontraron muchos empleados, forzados a tener que lidiar de un día para otro con las mismas herramientas y equipos de videoconferencia de que disponían antes de la crisis. No es fácil hacer el trayecto de ida y vuelta París-Marsella cada día en un coche urbano. A la larga, es mejor optar por una buena berlina de carretera, que ofrece fiabilidad y comodidad”. – Enrique Borges, Director Sénior de Desarrollo de Mercados de Shure France.
La complejidad ante las limitaciones impuestas por el COVID
Muy pocas empresas han logrado darse cuenta de la dificultad y la complejidad de reorganizar las salas de reuniones y adaptar su equipo audiovisual a las limitaciones COVID (un ejemplo de ello serían las salas que están ocupadas al 50%).
Pensando que les bastaría con quitar un asiento de cada dos, las empresas tuvieron que lidiar con los requisitos tecnológicos de este planteamiento. Y luego tuvieron que crear urgentemente nuevas salas en las que se tuvieran en cuenta los imperativos de distanciamiento físico. Como consecuencia, se recurrió particularmente a los departamentos de IT para que solucionaran los problemas relacionados con el vídeo, el audio y, por supuesto, las tecnologías de la información.
La creciente sensibilización hacia los retos del audio
Ya es un hecho comprobado que si en una videoconferencia no puedes oír a tus compañeros de trabajo y tampoco se te escucha, la reunión no puede tener lugar. Mientras que el valor añadido del vídeo se aprecia inmediatamente en una reunión remota, el audio es un tema mucho más complejo de entender porque depende de la sala (su configuración, acústica y distribución) y de los usuarios. A pesar de que el audio es imprescindible para los empleados en términos de calidad y comodidad, lo cierto es que los CIO, que solo ahora están empezando a tomarle la medida a estos problemas, a menudo tratan el audio como algo secundario.
Los profesionales y fabricantes del sector llevan muchos años sensibilizando sobre la importancia del audio. Tras el uso excesivo de herramientas vinculadas al contexto COVID y el regreso de los empleados que hasta ahora trabajaban en remoto, muchas empresas se han dado cuenta de las carencias de sus instalaciones. La crisis ha confirmado rotundamente hasta qué punto la calidad del audio es prioritaria en las comunicaciones y las reuniones.
La certificación y los socios tecnológicos
El trabajo colaborativo se ha convertido en la norma en todos los ámbitos. Hemos pasado de compartir documentos en la nube a colaborar en Teams, una plataforma en la que, salvo contadas excepciones, podríamos pasar todo el día trabajando. El software de colaboración se ha convertido en una herramienta esencial a la hora de adaptarse al reto de mantener la continuidad del negocio.
Microsoft ha contribuido claramente a posicionar el trabajo colaborativo en nuestra vida diaria consiguiendo que sus clientes utilicen la plataforma 365. Aunque ya es un hecho, en el futuro pasaremos aún más tiempo en reuniones virtuales interactuando con nuestros colaboradores y comunicándonos a través de aplicaciones de mensajería en lugar de correo electrónico.
La plataforma Teams de Microsoft se ha consolidado como la solución de referencia para el trabajo colaborativo. Con la necesidad de mejorar sus instalaciones audiovisuales, los CIO han empezado a descubrir la importancia de utilizar equipos certificados, con el fin de garantizar una integración fiable y simplificada de las soluciones de múltiples fabricantes.
En el pasado, el concepto de colaboración entre marcas no estaba muy presente en el panorama audiovisual corporativo, hasta que el sector dio un salto de gigante en el mundo de las TI. En la era de la convergencia AV/IT, los integradores no tardaron en ponerse a hablar de conexiones informáticas y de red, aspectos que hasta entonces no eran de su competencia. Hoy en día, es fundamental que las marcas de audio y, en general, las marcas audiovisuales, ofrezcan soluciones interoperables.
Los CIO, en busca de autonomía
El reto para los CIO en el mundo pos-COVID es lograr que los empleados vuelvan a la oficina, para lo cual es necesario que las salas de reuniones estén mejor equipadas para garantizar la continuidad entre el trabajo presencial y en remoto y, sobre todo, que ofrezcan a los empleados un valor añadido real simplificándoles la vida en cuanto regresen a la oficina.
Para conseguirlo, los CIO deben confiar más que nunca en la experiencia del usuario y en la certificación. Los departamentos de IT tienen un objetivo común: que los empleados estén satisfechos y comprometidos con sus espacios de trabajo, lo que incluye disponer de equipos de calidad y bien diseñados. Por otra parte, los CIO también aspiran a tener más autonomía a la hora de gestionar las salas de reuniones y entienden que están capacitados para encontrar soluciones certificadas. Por eso confían en que los integradores les proporcionen soluciones llave en mano que sean fáciles de implementar.
Los CIO, que temían esta segunda ola de confinamiento, reclaman ahora tranquilidad, autonomía, flexibilidad, control sobre las soluciones y que se les permita actualizar el equipamiento de una sala por su cuenta, aspectos todos ellos fundamentales. El siguiente paso es contar con la autonomía suficiente como para poder modificar o actualizar las salas de reuniones sin tener que recurrir sistemáticamente a un integrador de equipos audiovisuales, independientemente del tipo y el tamaño de la sala.
En esta situación económica incierta, encontrar el equilibrio adecuado entre el teletrabajo y el trabajo presencial ya no es un dolor de cabeza, sino una búsqueda que solo se puede lograr adaptándose a las nuevas expectativas de los empleados, sin sacrificar la necesidad de garantizar la seguridad de plataformas y herramientas de comunicación unificada utilizadas por cualquier organización.